DESPUÉS DE CERCA DE UN MES DE CONVALECENCIA, AL FIN HE SALIDO A LA CALLE Y PARECE QUE EL MUNDO sigue donde lo dejé la última vez.
Mi primera excursión ha sido al supermercado ya que era urgente que llenara la nevera, como aún no me atrevía a salir sola, cuando mi amantísimo esposo me dijo que me acompañaba al Mercadona me emocioné igual o más que si me hubiera propuesto una cena intima en la Toscana.
¡IR JUNTOS A HACER LA COMPRA!
Por fin dejaría de envidiar a las parejas que van juntas al súper y se pasan cinco minutos delante del papel higiénico decidiendo si escogen el de doble capa o el de color lila.
Sí, mi mente empezó a imaginarnos mirándonos con complicidad entre un sinfín de variedades de aceite, abrazándonos delante de las estanterías de latas de atún, robándonos besos ante los sucedáneos de angulas y caviar, pero no, nada de eso sucedió…
Yo llevaba la lista de la compra, mi amantísimo esposo el carrito, yo le dictaba y el cogía los productos mientras oteaba la caja más vacía para poder irnos de allí cuanto antes.
CREO QUE EL MERCADONA LE DEBÍA PARECER EL MISMÍSIMO INFIERNO, SI NO, NO ME LO EXPLICO:
ni escoger el gel de baño pude, ni recrearme entre los pintauñas flúor de 1 euro, mucho menos descubrir si Marcilla había lanzado algún sabor nuevo para la Nespresso durante mi convalecencia, en una palabra: un drama.
Pero algo positivo he extraído de todo ello, he observado a las demás parejas y he sacado mis propias conclusiones: si pierden un tiempo infinito delante de los vinos, llevan apenas unos meses juntos; si el marido va repanchingado en el carro y mirando hacia el infinito sin importarle lo que su mujer va comprando, están inmersos en una espiral de rutina o a punto de celebrar las bodas de plata y si como nosotros van escopeteados, el marido está haciendo un favor a su mujer.
LO QUE AÚN ESTOY POR VER, PERO TODO SE ANDARÁ, ES ALGÚN MARIDO QUE MIENTRAS SUENA LA PEGADIZA CANCIONCILLA “mercadona, mercadooooona”, se tire al suelo en posición fetal, se tape los oídos con ambas manos y grite: “-nooooo, que alguien pare esas horribles voces”.
Como digo, todo se andará, solo espero que el marido de la posición fetal no sea mi amantísimo esposo.