27 de febrero de 2010

A night to remember.


... y con la marcha nupcial entré a la iglesia: la emoción me recorría desde la punta del dedo gordo hasta la ultima de las miles de horquillas que llevaba, y allí, al final del infinito pasillo estaba Félix, tan guapo, tan sonriente, tan especial, sentí que me derretía por dentro.

A las diez de la noche, los invitados se dirigieron al salón que estaba inundando de grandes peceras con rosas rosas, el olor a flores llenaba el ambiente y cuando sonó “La vie en rose”, mi ya marido y yo entramos. Todo el mundo aplaudía y yo no podía ser más feliz, estaba dentro de un sueño.


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